Mi rincón apacible
Hoy descubrí un rincón apacible en mi hogar, ligero, blanco, escondido de todos. Rozé mi piel con la pared, palpitaron mis sentidos y cerré los ojos. Mi cara sintió la frialdad de su superficie y respiré hondo. Me fundí con la cal blanca al posar mis manos y desaparecí. Quise entrar, quise convertirme en piedra. Era ser vertical, sin latido, sin ser.

Quise conocer el tamaño y me expandí por columnas hasta que llegué hasta una esquina del edificio que el sol calentaba aún. Allí permanecimos hasta que volví a mi rincón apacible, ligero, blanco, escondido de todos.
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